—¿Sabe? Nunca logré comprender el extraño clima en Kain —comentó Lord Cornelius después de unos minutos, río con ligereza y el vaho escapó de sus labios—. Había días en los que parecía que se acabaría el mundo por las veladas en frío, como esta —señaló— y habían otras en las que el frío se desaparecía, como si no existiera. He viajado a tantos territorios como me sean posibles y aun así, los que atravesamos por este lugar estamos condenados.
—¿Cree que lo merecemos? —Sigrid ladeó el rostro solo para verlo durante un segundo y después retomar su vista al frente.
—Merecemos muchas cosas, Majestad, pero no esto. Encontraría más placentero morir por el hierro de una espada que pasar noches en velas congelándome lentamente, gracias a Dios estamos cada vez más lejos del invierno.
La monarca ya no pudo responder a las palabras de Lord Cornelius cuando el relincho de un caballo se hizo presente y entre los soldados que marchaban escoltándola se hizo paso el Lord Comandante de la Guardia Nocturna, Leith McLain. Sigrid apenas lo conocía, era un soldado mayor a ella por unos tres años, se había convertido en Caballero Real antes que Said y su padre en vida lo había nombrado Comandante de la brigada especial nocturna. Habían hablado poco después del asesinato de Lord Charles al ser él quien reportó su cuerpo desaparecido del calabozo.
El joven de cabellos castaños claros se hizo paso entre los soldados para terminar atrás, a un lado de Sigrid. Lord Cornelius tuvo que adelantarse un poco.
—Majestad. —Con una ligera inclinación, el Comandante retomó la marcha habitual echando un vistazo al cielo primero, cuyas nubes habían desaparecido para dar paso a una tenue neblina—. No veo conveniente continuar la marcha el día de hoy, parece que habrá una tormenta de nieve y es peligroso seguir afuera. Me he adelantado al bosque y la neblina impide que vayamos más allá sin detectar algo, entraríamos ciegos.
Era cierto, el cielo se veía grisáceo y el viento seguía rugiendo trayendo ráfagas de aire más heladas que las anteriores.
—Podríamos regresar mañana —prosiguió y Sigrid giró el rostro hacia atrás, las casas del pueblo ya se habían desaparecido de su vista, al igual que la inmensa estructura del castillo. Detrás de ellos no había nada más que árboles y nieve.
—No.
El rostro del Comandante fue el puro reflejo de la duda. Sus cejas se fruncieron y sus ojos azules vieron a la Reina a su lado, que tenía la vista al frente y cabalgaba como si nada; aunque claramente podía percatarse del temblor ligero que corría en sus brazos pese a las capas de ropa que llevaba puestas. Un suspiro escapó de sus labios y asintió, ya había escuchado lo testaruda que podía ser la hija de Branden Whiterkler.
—Como ordene, Majestad —comentó el Comandante, la voz suave y respetuosa—. Si cambia de opinión, no dude en hacerlo saber.
Con una última reverencia, el soldado se aferró a las riendas de su caballo y galopó un poco más rápida para retomar el liderazgo del camino.
«Esto es algo que hacemos siempre —recordó las palabras de su padre en medio del recorrido. En aquella ocasión su padre había salido con una escolta de guardias en dirección al muelle, pero el rey se había quedado hasta atrás, sin guardias que cubrieran su espalda y Sigrid aquel día no había dudado en preguntarle el porqué de ello—. Somos lobos, recuerda, el líder de la manada siempre debe de ir atrás, para cuidar a los más jóvenes y asegurarse de que el camino vaya bien.» Sigrid le había replicado, claro estaba, pero tras un buen monólogo que le dijo su padre, logró entender que esa era la responsabilidad del Rey, cuidar a todos los demás, no al revés. Y cada que Sigrid tenía que salir del castillo, claramente se había aferrado a las tradiciones de su padre; después de todo, era la reina.

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Winds of Freedom | Hiccup Haddock ?
Fanfiction[ LIBRO DOS ] WOF | ?COMO LAS ESTRELLAS PERSIGUEN AL SOL, ELLA FORJ? SU CAMINO HACIA LA LIBERTAD? Hubo un inicio y un final durante la vida de Sigrid Whiterkler. Y ese inicio, fue marcado por dragones. (NO leer sin haber ledo CROWN primero.) Queda...
VIII: the wintersong
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